miércoles, 16 de diciembre de 2009

Influencia Rastafari

Bob Marley es reverenciado como uno de los iconos de la música. Pero, además de héroe del reggae, Marley fue el máximo difusor de una corriente espiritual, conocida como rastafarianismo, una religión con una sorprendente historia detrás...
En un principio, el rastafarianismo fue una religión eminentemente negra y vetada para los blancos. Su origen se relaciona con una profecía que fue popularizada por el pastor protestante Marcus Garvey, fundador de la Asociación universal para el retorno del hombre negro, que preconizaba en los años veinte la creación de un estado en África para los negros que vivían en América y que, tan sólo unas décadas antes, habían sido liberados de la esclavitud. Estas palabras, pronunciadas en 1916 por Garvey, serían el germen del movimiento rastafari: “Miren hacia África, donde será coronado un rey negro, porque el día de la liberación está por llegar”. A lo largo de la década de los veinte, Garvey divulgó en Jamaica la profecía de que la persona que culminaría este proyecto sería el 225º descendiente del linaje de Menelik, el hijo del rey Salomón y de la reina de Saba. Él sería el encargado de liberar a la raza negra de la explotación económica del hombre blanco y quien reagruparía a los negros americanos en África, la tierra prometida.

Cuando en 1930 Ras-Tafari Makonnem fue coronado en el reino de Etiopía bajo el nombre de Haile Selassie, no fueron pocos los jamaicanos que creyeron que el momento había llegado. Tiempo después, los rastas que deseaban “volver a África” iniciaron un movimiento para solicitar tierras en Etiopía con el fin de asentarse allí. Selassie se las concedería en 1961 pero, al igual que ocurriría en Liberia, la convivencia entre los negros africanos y los americanos no resultó tan fácil como esperaban, debido a las diferencias idiomáticas y culturales entre unos y otros.

Siempre con la vista puesta en las Sagradas Escrituras, los seguidores de Garvey creían –y creen– que Melenik I, el hijo que supuestamente tuvieron Salomón y la reina de Saba, vinculaba entre sí a personasjes como Salomón, Jesucristo y el propio Haile Selassie. Esta conexión convertiría a los negros en los legítimos herederos de la tribu de Israel y, por tanto, en “elegidos por Dios”. La idea era que si los acontecimientos bíblicos transcurren sobre todo en Africa, donde apareció el hombre por primera vez, y el primer ser humano fue “hecho a imagen y semejanza de Dios”, entonces Dios debía ser, indefectiblemente, de raza negra.

Lo cierto es que, como bien explica el famoso periodista polaco Kapuscinski, el reinado de Haile Selassie poco tuvo que ver con la imagen pacífica que transmiten los rastafaris, ya que fue un periodo expansionista, imperialista y violento.

Tres líderes más, Leonard Howel, J. N. Hibbert y Archibald Dunkley, se encargarían de sentar las bases del rastafarianismo. En concreto, el primero dirigió un asentamiento en Jamaica a principios de los años cuarenta llamado “Pinnacle”, en el que los hombres, fijándose en las fotografías de las tribus etíopes y masais, comenzaron a dejarse el cabello largo, agrupado en trencitas y mechones de pelo que no podían lavarse: las llamadas “rastas”.

A partir de ahí, las rastas y el clásico gorro con los colores de la bandera etíope serían las señas de identidad de los seguidores de este culto. También lo es el consumo de marihuana para conectar con Dios, al que llaman Jah, derivación del término bíblico Jehovah. En realidad, los rastas se consideran israelitas en el sentido más estricto del término, hablan de Sión como su patria prometida y su vocabulario está plagado de términos y conceptos bíblicos como Babilonia o Armagedón.

Durante los años cincuenta y sesenta, el rastafarianismo fue evolucionando en Jamaica como una doctrina religiosa-política, que incluía la integración de la población negra y el derrocamiento del poder blanco.

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